Embelesado por la mística: explora el encanto que rodea el mayor tesoro dorado de la antigua Roma en la Ciudad Dorada (Video). na

 

El tema es genuinamente intrigante y resuena incluso en el nivel de las narrativas de la escuela primaria. Frases como “lanzas de cobre”, “yelmo-yelmo Héctor” y el “famoso escudo de Aquiles” surgen de esas primeras exposiciones. Además, este acontecimiento histórico es excepcional y se revela a través de una lente poética: una verdadera obra de arte. Es fascinante cómo las personas adquirieron conocimientos sobre una cultura previamente desconocida al mostrar interés y aprender sobre este evento. Los cuentos homéricos no sólo sirvieron como fuente de conocimiento histórico, sino que también se convirtieron en una puerta de entrada para descubrir un paisaje cultural completamente desconocido.

Vasija de cerámica con figuras negras de Corinto que representa a los personajes de la guerra de Troya. (Alrededor de 590 – 570 años antes de Cristo). (Museo Metropolitano, Nueva York)

Empecemos por el principio. El mito de Troya, asediada por los griegos, careció de pruebas convincentes hasta finales del siglo XIX. Luego, para alegría de todos, el romántico sueño infantil de Heinrich Schliemann obtuvo un sólido respaldo financiero (¡Schliemann se hizo rico!). Con nuevos recursos, se embarcó en un viaje a Asia Menor en busca de la legendaria Troya.

Después del 355 d.C., este nombre desapareció de los registros históricos. Entonces, Schliemann, basándose en la única pista proporcionada por Heródoto, creyó que la colina Ghisarlyk era el lugar y comenzó a cavar allí. Desde 1871 y durante más de 20 años hasta su muerte, el incansable arqueólogo excavó el lugar. Sin embargo, Schliemann, en su fervor, no documentó sus hallazgos, descartó elementos que consideró sin importancia y continuó excavando sin cesar. ¡Hasta que finalmente descubrió lo que creía que era “su” Troya!

Muchos científicos de aquella época dudaban de que esto fuera realmente Troya, pero fue patrocinado por el Primer Ministro británico William Gladstope, consiguió un arqueólogo profesional, Wilhelm Dorpfeld, en su equipo y poco a poco el secreto de la atractiva ciudad empezó a abrirse.

Uno de los descubrimientos más sorprendentes fue la identificación de múltiples capas culturales, lo que indica la construcción sucesiva de Troya sobre los restos de su predecesora. La más antigua, Troya I, fue la capa inicial, mientras que la “más joven”, Troya IX, perteneció a la época romana. Actualmente, hay aún más capas y subcapas (46 en total), lo que hace que el estudio de Troya sea una tarea compleja e intrincada. La multitud de capas muestra la evolución continua de la ciudad y el rico tapiz de civilizaciones que alguna vez prosperaron en el mismo terreno sagrado.

Schliemann inicialmente creyó que Troya II era la Troya que buscaba, pero en realidad, la Troya auténtica se identifica con el número VII. La evidencia arqueológica apoya la conclusión de que la ciudad desapareció en las llamas de un incendio. Los restos de individuos encontrados en esta capa indican elocuentemente una muerte violenta. La estimación aceptada de la ocurrencia de este evento catastrófico es alrededor del año 1250 a.C.

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