En el suburbio de Khayelitsha, en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, Manono Makhaphela, la directora de la Escuela Secundaria Luhlaza, decidió que una pequeña y desamparada perra con las patas paralizadas debía ser enterrada viva porque, en su opinión, era una gran “molestia”.
Makhaphela sintió la necesidad de instruir a sus conserjes para deshacerse de este supuesto problema de la peor manera posible, ya que Lily estaba ladrando en busca de comida en el patio de recreo.
Afortunadamente, una de las limpiadoras, Bukelwa Mbulawa, tomó la decisión de informar al Mdzananda Animal Clinic sobre lo ocurrido, salvándole la vida. Una semana después del incidente, el 20 de octubre de 2011, esta mujer fue despedida.
Los rescatistas tuvieron que viajar casi 20 minutos para encontrar a Lily, quien estaba enterrada en los terrenos de tenis de la escuela, a unos 1,5 metros de profundidad. Fue llevada a una clínica veterinaria, donde pudieron determinar que el daño en la médula espinal que había sufrido anteriormente fue lo que causó la parálisis de sus patas traseras. Afortunadamente, no sufrió heridas significativas como resultado de lo ocurrido.
Makhaphela fue llevado ante el Tribunal de Magistrados de Khayelitsha por la Autoridad Fiscal Nacional, y Jane Levinson, la gerente de proyecto de la clínica, testificó en su contra.
Makhaphela fue declarado responsable de abuso, sufrimiento indebido y negligencia hacia un animal. Se le impuso una multa de 6.000 rand sudafricanos, con la mitad suspendida durante cinco años a cambio de que implementara un programa en su escuela para concienciar sobre la preservación animal.
Marcelle du Plessis, gerente de recaudación de fondos y comunicaciones de la Clínica Animal Mdzananda, declaró: “Apreciamos que las autoridades ministeriales hayan dado este paso, y solo podemos esperar que el Sr. Makhaphela cumpla el 18 de julio”, dijeron. Basándonos en el desarrollo de su programa educativo, se le exigirá que presente un informe de progreso a la Clínica Animal Mdzananda cada seis meses durante cinco años. Aunque somos conscientes de que necesitamos mantener un estricto control sobre el Sr. Makhaphela, tenemos esperanzas de que este sea el comienzo de la justicia para Lily. No importa cuánto tiempo haya estado viva Lily, nunca abandonaremos la búsqueda de la justicia que se merece. Ella se preocupa más por establecer un ejemplo para futuros casos de abuso animal que simplemente por un perro.
Por otro lado, después de ser acusados de maltrato animal, Poto Mfengu y Mkhumbuzi Ncedana, los conserjes a cargo de enterrar viva a esta perra, fueron obligados a realizar 150 horas de servicio comunitario en la Clínica Animal Mdzananda.